"Ves cosas y dices ¿por qué? Pero yo sueño
cosas que nunca fueron y digo ¿por qué no?"
(Escritor irlandés, George Bernard Shaw)
El universo se aburre, se despereza, bosteza; y hace estremecerse al mundo, que tiembla y se tambalea, que intenta agarrarse y no caer. Pero es que el universo está ya muy cansado, ha sido un día demasiado largo. De esos en los que los ojos no se abren nunca del todo y hay tantas cosas por callar que el silencio hace mella en la garganta y hablar se vuelve doloroso. El universo se aburre de esperar. Se pregunta como fue incapaz la eternidad de enseñaros a bailar. ¡Pero si incluso os dió la música! Suspira, el universo suspira, resopla. Se resigna, le puede el cansancio. Ha decidido irse a dormir, esperando que cuando despierte hayan desaparecido las malas sombras. Se deja llevar, arrastrar, se queda dormido. Y el sueño hace llamar al sicario que asesinará a navajazos a todos los actores de esta gran tragedia griega.
Ya podéis tener miedo, pero no busquéis héroes, pues nunca fueron nada más que decorados de cartón piedra. Tampoco intentéis huir, porque en este teatro no hay inscrita una trampilla de salida. El universo, simplemente, ya no aguanta más su propia decepción, y los primeros en caer seréis vosotros: la humanidad. Por inestables. Por tanta racionalidad. Por perder el ritmo del baile intentado entender algo que os viene demasiado grande. ¿Es qué no tuvisteis suficiente con poder padecer vuestras propias pasiones? No, no quisisteis agarraros en parejas y aprovechar la casualidad que os puso en el salón de fiestas de este gran palacio. No supisteis abandonar a tiempo la absurda idea de explicar lo inexplicable que es la vida. Os afanasteis en ser dueños de unas leyes que ni siquiera existen y perdisteis lo único que era realmente solo vuestro. Removisteis cielo y tierra, y no contentos con eso, cavasteis hondo, muy hondo, tan hondo que llegasteis a tocarle los (cojones) al universo, que vencido ya, y sin fuerzas, se ha rendido a esperar otra nueva gran explosión que os borre de un soplido.
El universo se ha dormido, y ha soñado con un vals en dónde los bailarines sí sabían admirar la belleza en el caos. Donde no se paraban a juzgar, a encontrar imposibles, sino que bailaban, bailaban, bailaban, y siempre seguían bailando. En donde la música del universo era, de verdad, la propia vida de los hombres.
Florencia.
Berlín
(Cut out all the ropes and let me fall)