EL DÍA QUE NIETZSCHE LLORÓ
“-¿Qué ocurre, Joseph?
-He tenido una repentina y muy dolorosa compresión de lo obvio, el tiempo es irreversible. La arena de mi vida se está acabando, estoy en la misma fila que todos los demás, marchando hacia mi muerte.
-¿Considera ver con claridad cómo una herida?
-Al saber que mi muerte se aproxima me siento impotente e insignificante, sí.
-No significa que la existencia carezca de propósito. Al contrario, a medida que se acerca la muerte aumenta el valor de la vida. Debe aprender a decir sí, Joseph, pero decir sí en cada minuto de vida. Sea apasionado, sea un libre pensador, supere sus limitaciones. Sea el superhombre, por favor.”
-He tenido una repentina y muy dolorosa compresión de lo obvio, el tiempo es irreversible. La arena de mi vida se está acabando, estoy en la misma fila que todos los demás, marchando hacia mi muerte.
-¿Considera ver con claridad cómo una herida?
-Al saber que mi muerte se aproxima me siento impotente e insignificante, sí.
-No significa que la existencia carezca de propósito. Al contrario, a medida que se acerca la muerte aumenta el valor de la vida. Debe aprender a decir sí, Joseph, pero decir sí en cada minuto de vida. Sea apasionado, sea un libre pensador, supere sus limitaciones. Sea el superhombre, por favor.”
“-Pero usted debe temer a la muerte tanto como yo; y a la falta de un dios.
-Tenemos que morir, pero a su debido tiempo. La muerte solo deja de atemorizar cuando se ha consumado la vida. ¿Usted ha consumado su vida?
-He alcanzado grandes logros
-¿Pero ha vivido su vida o ha sido vivido por ella? ¿Se mantiene al margen de su vida añorando otra vida que nunca se ha atrevido a vivir?
-No puedo cambiar mi vida. Tengo a mi familia, a mis pacientes, a mis alumnos,… Es demasiado tarde.
-No puedo decirle como vivir de otro modo. Si lo hiciera seguiría viviendo según el designio de otro, pero quizá pueda hacerle un obsequio, Joseph, quizá podría darle un pensamiento. Imagine que un demonio le dijese a usted que su vida de ahora, tal y como la está viviendo, como la ha vivido en el pasado, tiene que volver a vivirla, pero un número interminable de veces, y que no habría nada nuevo en ella. Todos los dolores, las alegrías las cosas grandes y pequeñas que halla en su vida se repetirán en la misma sucesión, en la misma secuencia; una y otra vez, como el reloj de arena del tiempo. Imagine la infinidad. Considere la posibilidad de que cada acción que elija, Joseph, la elije para siempre jamás, de modo que toda la vida no-vivida quedaría presa en su interior, sin ser vivida, para la eternidad. ¿Le gusta esa idea? ¿La detesta? ¿Qué?”
-Tenemos que morir, pero a su debido tiempo. La muerte solo deja de atemorizar cuando se ha consumado la vida. ¿Usted ha consumado su vida?
-He alcanzado grandes logros
-¿Pero ha vivido su vida o ha sido vivido por ella? ¿Se mantiene al margen de su vida añorando otra vida que nunca se ha atrevido a vivir?
-No puedo cambiar mi vida. Tengo a mi familia, a mis pacientes, a mis alumnos,… Es demasiado tarde.
-No puedo decirle como vivir de otro modo. Si lo hiciera seguiría viviendo según el designio de otro, pero quizá pueda hacerle un obsequio, Joseph, quizá podría darle un pensamiento. Imagine que un demonio le dijese a usted que su vida de ahora, tal y como la está viviendo, como la ha vivido en el pasado, tiene que volver a vivirla, pero un número interminable de veces, y que no habría nada nuevo en ella. Todos los dolores, las alegrías las cosas grandes y pequeñas que halla en su vida se repetirán en la misma sucesión, en la misma secuencia; una y otra vez, como el reloj de arena del tiempo. Imagine la infinidad. Considere la posibilidad de que cada acción que elija, Joseph, la elije para siempre jamás, de modo que toda la vida no-vivida quedaría presa en su interior, sin ser vivida, para la eternidad. ¿Le gusta esa idea? ¿La detesta? ¿Qué?”


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