lunes, 5 de marzo de 2012

Páginas 115 y 116:

"Las voces del pasado trepan por la espalda a manera de viento subito. Somos como una montaña cuya vertiente delantera, más feraz, pero más vulnerable, está defendida por fortificaciones y poblada de huertas, casa, paseos y almacenes; allí se aprende lo conocido, se teme lo desconocido y la vida se rije por leyes que zurean lo uno con lo otro; en la parte de atrás nadie repara, es más difícil acceder a ella desde el muelle - según rezan los mapas -, casi nunca le da el sol y la vegetación es escasa. Acabamos por olvidarnos de que existe. Y, sin embargo, por esa grupa atacan de improviso los fantasmas huestes del pasado, apenas perceptibles, tan solo una cosquilla. Aquí delante no han llegado nunca, no pueden hacerme daño, -decimos al notar los tenues síntomas.- nisiquiera merecen atención, como llegan, se van por el mismo camino. Pero nos protegemos el vientre y el pecho con los brazos, cerramos los ojos, y aguzamos el oido con la respiración en suspenso. Suelen esperar los tramos de descuidos que preceden al sueño o lo convocan, cuando ya hemos desembarazado de trastos y envases vacios nuestra buardilla; en eso no quiero pensar, en eso tampoco, y es como ir pulsando botones y desenchufando clavijas para que dejen de zumbar todas las máquinas. Entonces se percibe el sutil traqueteo por la espeina dorsal, no es nada. Pero ahí sigue. ¿Qué dicen esas voces? Bordear la pregunta es ceder al poeligro. ¿Quién está hablando? ¿Desde dónde? Se diría que desde una boca tan pegada a nuestra piel que el mismo aliento entrecortado ahoga las palabras que pronuncia. Pero también desde lejos, y esa mezcla de lejos y cerca mete droga en la sangre. Ecos que trastornan y excitan, que en vano se procuran ahuyentar, dime más, no oigo bien, ¿quién eran?, más cerca. [...]"
("Lo raro es vivir" Carmen Martín Gaite)


Et nous passons de longues nuits
Tous les deux face à face

(Lo siento, pero es que yo ya me había acostumbrado al frío)

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