"Hay quien solo usa las palabras para disfrazar sus pensamientos"
(Voltaire)
No hay de que preocuparse porque empañaremos con retórica y
sinónimos de diccionario todo lo que venga de un mismo. Para poder perderse así
entre los puntos (o la falta de ellos) y no desentrañar ante el ejército
enemigo aquello que nos da miedo incluso
confesárselo a almohada. Daría igual, de todos modos, porque los habitantes de
la región del sueño son personas
calladas y no suelen saber que decir. Por mucho que insitas y caves en el tema,
los miedos irracionales de las horas de luz no consiguen nunca traspasar esa
frontera de sábanas desaprovechadas y ojos entreabiertos.
¿Ves? Qué fácil es desviar a estos caminantes ingenuos por
países y montañas que bostezan versos sacados del manicomio en vez de hablar de
lo que debiera uno hablar. Pero para recitar y no mentir habría que encontrar un
lugar donde no se escuchara el eco de todas las demás cosas, y se siente pero
no estamos ahora, en mitad de esta gran guerra, para salir a buscar y dejar
vacíos los puestos de vigilancia.
Pronto habrá que averiguar quien manda en la trinchera
enemiga o los soldados se hartarán de combatir esta contienda que no parece
dejar claro que tiranía queremos conquistar.
(¡Oh, por favor! Deje usted ya las
metáforas de guerra)
Ve preparando la guillotina, pídesela a los de la revolución
francesa, a ellos les vino bien con María Antoñeta, que al fin y al cabo era
otra reina más.
Solo para que no pille de sorpresa.









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