sábado, 28 de abril de 2012

"Hay quien solo usa las palabras para disfrazar sus pensamientos"
(Voltaire)



No hay de que preocuparse porque empañaremos con retórica y sinónimos de diccionario todo lo que venga de un mismo. Para poder perderse así entre los puntos (o la falta de ellos) y no desentrañar ante el ejército enemigo aquello que nos da miedo  incluso confesárselo a almohada. Daría igual, de todos modos, porque los habitantes de la región  del sueño son personas calladas y no suelen saber que decir. Por mucho que insitas y caves en el tema, los miedos irracionales de las horas de luz no consiguen nunca traspasar esa frontera de sábanas desaprovechadas y ojos entreabiertos. 


¿Ves? Qué fácil es desviar a estos caminantes ingenuos por países y montañas que bostezan versos sacados del manicomio en vez de hablar de lo que debiera uno hablar. Pero para recitar y no mentir habría que encontrar un lugar donde no se escuchara el eco de todas las demás cosas, y se siente pero no estamos ahora, en mitad de esta gran guerra, para salir a buscar y dejar vacíos los puestos de vigilancia.
Pronto habrá que averiguar quien manda en la trinchera enemiga o los soldados se hartarán de combatir esta contienda que no parece dejar claro que tiranía queremos conquistar. 

(¡Oh, por favor! Deje usted ya las metáforas de guerra)




Y habrá, sin duda, que aprender también a coser un tupido velo si queremos preservar la integridad del alma y su supervivencia. Puesto que en esta nueva rutina de acontecimientos extraños que no se saben si son o no son en realidad, tus miradas se quedan como la vaga banda sonora que acompaña las palabras de esta crónica de una muerte anunciada.


Ve preparando la guillotina, pídesela a los de la revolución francesa, a ellos les vino bien con María Antoñeta, que al fin y al cabo era otra reina más. 
Solo para que no pille de sorpresa. 








No hay comentarios:

Publicar un comentario