Hoy el viento sale a bailar. Lo ha dicho. Se ha puesto su traje de los domingos, el de Cierzo, aunque sea jueves (o viernes). Qué mas da, porque ¿hoy hay música? Sí, como todos los días. Pues entonces se baila y punto.
La gente se cree que está enfadado, que grita y se queja. Pero es que él baila así, desordenado, dando tumbos, desvariando. La verdad es que es un poco arrítmico, lo tiene asumido, pero le da lo mismo. Que digan lo que quieran, que él se lo está pasando en grande. Hacía tanto que no salía, que no se divertía tanto. Va hasta un poco borracho, la lluvia es lo que tiene, se acumula (unos días) y luego sube de repente, como el champagne.
Las nubes le acompañan. Son unas juerguistas, de esas que vuelven a las seis de la mañana todos los días, cuando ya han abierto el metro. Pero las mejores noches son cuando sale el viento, es él que más baila. Los demás son todos unos aburridos, el viento no, baila cualquier cosa, lo que le echen, lo que importa aquí es tener algo en lo que moverse.
Aunque en realidad es un sentimental. De la vieja escuela.
Le encanta coger por la cintura y que le respiren en el cuello.
(Sácame a bailar a mi también)

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